el mago del cuento... soy yo

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autorretrato inédito en libro, inicialmente concebido para "Sopa de sol"

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domingo, 17 de agosto de 2014

Mis últimos trabajos cubanos

En los primeros meses de 1989 decidí partir de Cuba hacia Brasil, donde residía mi esposa francesa (nos habíamos casado el 26 de enero en La Habana). Continué con mi labor de escritor hasta la víspera de mi viaje (el 21 de junio de 1989). Pero aquellos últimos textos conocerían sobresaltos, puesto que los firmaba un "exiliado"...


En aquellos tiempos tecleé en esta máquina portátil olivetti (regalo de una amiga argentina) los primeros cuentos de lo que sería mi tercer libro; aparecido primero en traducción brasileña como Era uma vez um jovem mago (Editora Moderna. São Paulo, 1991).





















La  versión definitiva (reordenada, corregida y completada con tres textos) apareció como Los cuentos del mago y el mago del cuento (Ediciones de la Torre. Madrid, 1995). Inédito en Cuba, este libro me procuró, no obstante, el primero de mis seis premios La Rosa Blanca, que la Sección de Litertura Infantil de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba otorga a los mejores libros infantiles publicados en el año por autores cubanos.



Tres de esos cuentos, "El paraguas amarillo", "La ronda de la calabaza" y "Había una vez un joven mago" se han publicado, de manera dispersa, en la revista Contacto (Santa Clara, 1990) y la antología La isla de los sombreros mágicos, tomo 2. Editorial Abril. La Habana, 2012)



Igualmente terminaba entonces mi última novela radial, "Campamento en Costa Rara", que Radio Progreso (La Habana) transmitiría casi un año después... disimulando un poco mi nombre (única vez en que un trabajo mío fue atribuido a "Franz Rosell"). La precaución era habitual con los escritores que partían a instalarse en el extranjero y que no se habían declarado disidentes, caso en el cual la censura era total. Por la misma época se hizo algo parecido con un artículo sobre la novela detectivesca infantil que yo había dejado en la revista Letras Cubanas. Como era tarde para suprimirlo, suprimieron mi apellido (es mi único trabajo publicado como "Joel Franz").



Eran tiempos en que se componía al linotipo y en el índice (al final) se ve perfectamente que faltan cinco caracteres en la línea.


1 comentario:

  1. La pregunta del millon de pesos es la que te tengo: como hacias para conseguir la cinta de escribir de la underwood?

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mi primera máquina (1975-1979)

mi primera máquina (1975-1979)
biblioteca martí, santa clara, cuba, 1993
Comencé a escribir a mano, claro. Primero con lápiz (usaba los de dibujo, de mina muy dura, para no tener que estar sacando punta continuamente; así comencé a gastarme la vista y a los 15 años ya usaba gafas -"espejuelos" decimos en Cuba- de aumento). Luego pasé a los por entonces escasos bolígrafos. Cuando a mediados de los años 1970 quise comenzar a compartir mis escritos con los colegas de taller de escritura o presentarlos a premios literarios, comencé por acudir a alguna colega o amiga mecanógrafa. Una bibliotecaria de Sala Juvenil de la Biblioteca Provincial de Santa Clara tecleó mi primera novela (que ilustré... a mano, claro) y mandé al Premio UNEAC 1977. Pero mis obras eran largas y ella tenía mucho trabajo. Así comencé a teclear yo mismo en la Underwood de la foto: una máquina prehistórica, pero muy bien cuidada y de tipos redondos.
Fue al año siguiente que un amigo mexicano que partía de vacaciones, me dejó su moderna máquina portátil. En ella aprendí a teclear según las reglas del arte y mecanografié mi segunda novela, por primera vez de la primera a la última letra.
De mis máquinas posteriores no guardé ni el recuerdo de una foto, y tampoco de la máquina electrónica que utilicé durante mi estancia en Brasil '1989-1991) ni de mi primer ordenador, un Compaq portable que me acompañó 8 años. Pero esta ya es otra historia, porque en él comencé a escribir directamente sobre un teclado; abandonando para siempre la versión manuscrita previa y el enojoso mecanografiado ulterior
Lo dicho; esa es otra historia.

traducido a persa, hindi, coreano, tamul, catalán y tantos otros

traducido a persa, hindi, coreano, tamul, catalán y tantos otros
Olinda, la bella durmiente fue mi primer artículo publicado en el Correo de la UNESCO, me procuró traducciones a decenas de lenguas... en las que a veces ni siquiera supe separar mi nombre del título del artículo

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