el mago del cuento... soy yo

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autorretrato inédito en libro, inicialmente concebido para "Sopa de sol"

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lunes, 21 de junio de 2010

para aumentar la magia de la lectura


Valoración crítica y propuestas didácticas para

Los cuentos del mago y el mago del cuento


Género: Cuentos para niños (desde los 8 años) y adolescentes
Autor: Joel Franz Rosell (Cruces, 1954). Ha vivido en Brasil, Dinamarca, Francia y Argentina.

Síntesis argumental:

Son 12 cuentos de asunto y tratamiento diverso: "Socorro, se hunde la casa" es el retrato de los habitantes de un edificio que, presos de las convenciones sociales, se muestran incapaces de evitar que su vivienda se hunda; solo el poeta de la buhardilla hace algo útil al contar lo que pasa. "Había una vez un joven mago" cuenta el difícil debut de un mago que deberá vencer a la codicia, la lujuria, la burocracia, el abuso de poder y el desaliento... descubriendo que la magia está en él y no en los mágicos regalos de sus maestros. "Sueños" es una fábula sobre la difícil relación amorosa entre una mujer y un hombre que se transforma en las cosas que sueña. "La familia espantapájaros", una fábula ecológica. "Castillos van, castillos vienen" relata a través de inspirados diálogos la relación entre un padre y su hijo que demuestran el papel formador de la imaginación construyendo castillos de arena. "Calabaza-calabaza" recrea el cuento tradicional y la pasividad impuesta a la mujer, todo resuelto con una espectacular fuga desde el interior de una calabaza. "Colorín, colorado, este cuento..." es una parábola política en torno a un país que de gris pasó a azul y luego quiso tener todos los colores... Y así hasta "El cuento de los cuentos" en que, mezclando ensayo, autobiografía y cuento, el autor revela el camino que lo ha llevado a escribir libros como éste.

Valoración crítica:

Todos los cuentos son diferentes por su extensión, por su tratamiento, por su tono, por sus temas... pero tienen algo en común: la mezcla de realidad y fantasía, de crítica social y humor, la importancia de los sentimientos humanos y el esmerado trabajo con la palabra. Es el tipo de libro ideal para trabajarlo en clase porque satisface todos los gustos y porque permite alternar textos largos y cortos, humorísticos y nostálgicos, de narración frondosa o sobriedad periodística; todo esto sin obligar al lector a habituarse a una nueva voz, pues hay una sorprendente unidad de estilo. La imaginación del autor es muy rica y eficaz en el difícil ejercicio de propiciar una reflexión sobre nuestra vida cotidiana y los problemas del mundo con la distancia del humor y la poesía.

Propuestas didácticas:

Las posibilidades son muy amplias debido a que cada uno de los cuentos tiene asuntos y tratamientos diferentes y en dependencia de la edad de los lectores con que se trabaje el libro. En principio se pueden establecer diversos juegos de roles a partir de los cuentos cuya estructura se basa en la repetición de encuentros con diversos opositores o adyuvantes: "¡Socorro, se hunde la casa!", "Había una vez un joven mago", "La familia espantapájaros", "Sueños", Castillos van, castillos vienen", "El paraguas amarillo"... También se pueden organizar discusiones creativas mediante el procedimiento de identificación de los hechos y rasgos humanos que se ocultan tras la fantasía de cada cuento, relacionando con hechos de actualidad, a los cuales se invitaría al alumnado a proponer salidas mágicas según el método del autor.

- En "¡Socorro..." se puede construir un "edificio virtual" distribuyendo entre los alumnos los roles de sus inquilinos y pidiéndoles soluciones contra el hundimiento de su casa.

- En "La familia..." pueden construirse (con objetos reales, haciendo colagges con recortes de prensa o imaginando) espantapájaros, espanta-fumadores, espanta-coches, espanta exámenes...

- En "Había una vez...", partiendo de la presencia en el cuento de elementos de folklore, puede movilizarse el conocimiento de tradición oral de los alumnos y/o en su entorno pidiéndoles una investigación sobre retahílas, adivinanzas, tan-tanes, trabalenguas en torno a determinados temas: comida, lugares, rasgos físicos y morales, humor, amor, verdad/mentira, etc.

- "Historia musical" propicia una sesión de sensibilización musical a través de fragmentos de jazz (clarinete) y de composiciones musicales demostrativas de las facultades de los instrumentos como son "Pedro y el Lobo" o "El Carnaval de los animales" de Saint-Saenz

- "Calabaza, calabaza" tiene elementos de parodia del cuento de hadas y puede propiciar comparaciones con textos clásicos y películas de dibujos animados. También se puede llevar la discusión al tema del derecho a la realización de la mujer, el machismo, etc.

- "El paraguas amarillo" puede ser objeto de una representación teatral y permitir una actividad muy lúdica con la incorporación de disfraces, trucos de magia y acrobacias, recreando el ambiente circense evocado en el cuento.

- Los dos últimos cuentos son aproximaciones al país del autor en dos estilos opuestos: la parábola y el testimonio; esto puede servir para ejercitar dos modos de escritura, para hablar de Cuba, de democracia y otros temas civiles.



ficha elaborada por Félix Luis Viera
para
CD-ROM “LECTURAS PARA FECUNDAR EL FUTURO”. CUADERNOS DE PEDAGOGÍA. Coordinación Kepa Osoro.

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mi primera máquina (1975-1979)

mi primera máquina (1975-1979)
biblioteca martí, santa clara, cuba, 1993
Comencé a escribir a mano, claro. Primero con lápiz (usaba los de dibujo, de mina muy dura, para no tener que estar sacando punta continuamente; así comencé a gastarme la vista y a los 15 años ya usaba gafas -"espejuelos" decimos en Cuba- de aumento). Luego pasé a los por entonces escasos bolígrafos. Cuando a mediados de los años 1970 quise comenzar a compartir mis escritos con los colegas de taller de escritura o presentarlos a premios literarios, comencé por acudir a alguna colega o amiga mecanógrafa. Una bibliotecaria de Sala Juvenil de la Biblioteca Provincial de Santa Clara tecleó mi primera novela (que ilustré... a mano, claro) y mandé al Premio UNEAC 1977. Pero mis obras eran largas y ella tenía mucho trabajo. Así comencé a teclear yo mismo en la Underwood de la foto: una máquina prehistórica, pero muy bien cuidada y de tipos redondos.
Fue al año siguiente que un amigo mexicano que partía de vacaciones, me dejó su moderna máquina portátil. En ella aprendí a teclear según las reglas del arte y mecanografié mi segunda novela, por primera vez de la primera a la última letra.
De mis máquinas posteriores no guardé ni el recuerdo de una foto, y tampoco de la máquina electrónica que utilicé durante mi estancia en Brasil '1989-1991) ni de mi primer ordenador, un Compaq portable que me acompañó 8 años. Pero esta ya es otra historia, porque en él comencé a escribir directamente sobre un teclado; abandonando para siempre la versión manuscrita previa y el enojoso mecanografiado ulterior
Lo dicho; esa es otra historia.

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